GUARDIA, GUARDIA. FUERZA, FUERZA…
Hay motivos suficientes para que la situación actual en el
Cauca se haya convertido en tema principal de la agenda de los medios de
comunicación. La decisión de las comunidades indígenas y su Guardia, comenzando
por desmantelar los símbolos de la presencia del
ejército y de la guerrilla en territorios colectivos, representa un hecho
histórico frente a la dinámica de la guerra y del racismo de Estado como parte
de su origen y desarrollo.
Integrantes de H.I.J.O.S. acompañamos la Caravana Humanitaria que llegó a Toribío el sábado 21 de julio, para contar lo que vimos y sentimos.
Con los ojos atrasados. La marca fundamental de lo que se está diciendo en los medios de comunicación sobre la situación actual en el Cauca, es la pretensión de superioridad de los supuestos civilizados frente a los indios. “Atraso”, y “abandono del Estado” son los elementos que se resaltan para explicar lo que está ocurriendo. Con contadas excepciones se impone siempre la idea de que los indios no saben lo que hacen, y que sus acciones deben ser interpretadas como reacciones animales frente a una guerra que parece más importante que su supervivencia, porque están por encima las “razones de Estado”, o los “intereses fundamentales para la seguridad y la economía del país”.
Con los ojos de los pueblos. Montados en la Caravana Humanitaria que salió de Santander de Quilichao el 21 de julio hacia Toribío, pudimos asumir la mirada de los pueblos, que no tiene nada de atraso.
La primera impresión fue simplemente indignante. Recorriendo las calles de Toribío se ven las ruinas de los acontecimientos vivos; lo que queda de las trincheras del ejército, esos costales verde esmeralda, cubriendo como una invasión de maleza las esquinas de varias casas también destruidas, es desconcertante. En pleno pueblo, a no más de dos cuadras de la calle principal que conduce a la plaza, una base de la policía que parece una colmena de miedo, y varias cámaras a nuestro arribo que salen de todas partes sobre los cuellos de los soldados super-equipados con fusiles que muchos de los periodistas y dizque expertos en conflicto, sólo conocen por videojuegos.
Pero entre todas, claramente se escuchó
con atención la voz de Feliciano Valencia, líder del CRIC. Sin un ápice de
mirada de odio o lastimera, dijo varias de las cosas que deben saber quienes
piensan que la decisión de las comunidades y de la Guardia Indígena es
inaceptable.
“No estamos dispuestos a seguir mirando cómo nos matan. La Acin, el CRIC, los cabildos, no están dispuestos a recoger muertos” (…) “Hemos decidido expulsar a los soldados que han ocupado las viviendas de la gente. Las han sacado corriendo para ellos instalarse dentro de las viviendas a combatir con el otro grupo armado” (…) “Estas acciones de control territorial se adelantan contra miembros de la fuerza pública, que se quedaron a vivir y a construir infraestructura militar dentro de los territorios. Estas acciones de resistencia están dirigidas contra miembros de la guerrilla de las Farc, que han levantado campamentos, combaten en medio de la población civil y utilizan como escudos humanos a la población. Estas acciones van también contra infraestructura que desarmonice el territorio, ya sean económicas, políticas o jurídicas”. (…) “Porque ésta gran apuesta tiene que terminar en que Toribío, el Norte del Cauca y el Cauca, sea declarado territorios ancestrales de Paz, de vida, de confraternidad, de convivencia pacífica bajo el control civil, de las autoridades y la guardia indígena”.
(…)“No se atropelló en ningún momento al soldado, allá en el alto de la torre Berlín. Fuimos provocados por los miembros de la fuerza pública allá arriba. La gente subió. Les hablé a los miembros el ejército que estaban allí, Iniciamos contacto con los altos mandos para que de manera voluntaria retiraran a la fuerza pública. Ellos lo hicieron. La mayoría de los 70 que estaban ahí, se retiraron. Solamente cinco se quedaron con un Sargento a la cabeza. El Sargento dijo, “yo no voy a salir, si quieren sacarme, cárgueme”. La guardia indígena lo cargó. Los cinco escoltas accionaron, le apuntaron a la gente que estaba allí, a la humanidad de la gente. La gente se asustó, y en un instinto de protección reaccionó tirándoles tierra a los soldados que estaban apuntando las armas contra la población civil. Uno de los soldados sacó una granada, la desactivó. El sargento le gritó, “no cometa esa locura”, volvió y la aseguró, y la gente fue sacando al Sargento, la Guardia lo fue sacando. Desafortunadamente allí, una persona inescrupulosa, que no sabemos quién, sacó una foto, y la puso a circular como si la guardia indígena y la gente estuviera agrediendo al soldado. Si eso hubiera pasado, nosotros hubiéramos tomado cartas en el asunto, porque no es directriz de las autoridades indígenas atropellar a nadie” (…) “Esmad y ejército nacional utilizó papas bombas cargadas con metralla, y los 32 heridos que tenemos presentan esquirlas con esas papas bomba. Lástima, esto no pasa por los medios de comunicación”.
Delegación de H.I.J.O.S.
en Bogotá a Caravana Humanitaria en solidaridad con las comunidades indígenas
del Cauca.