lunes, 9 de abril de 2012

Comunicado público de H.I.J.OS. En Bogotá



Bogotá, 9 de abril de 2012

Comunicado público de H.I.J.OS. En Bogotá, sobre la primera conmemoración oficial del Día Nacional de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas, según la disposición del artículo 142 de la Ley 1448 de 2011.


“EL 9 DE ABRIL ES, Y SEGUIRÁ SIENDO UNA MARCA EN EL CALENDARIO DE NUESTRAS LUCHAS Y ESPERANZAS”.


El Día Nacional de la Memoria y de la Solidaridad con las Víctimas debe significar la oportunidad para comprender nuestra experiencia como sociedad frente a los crímenes de lesa humanidad, la violencia estructural y el conflicto social y armado.
Sin embargo, la ley que enmarca este día, solo reconoce a las victimas posteriores a Enero de 1985, ¿Dónde quedan todas las víctimas de la violencia que se desató incluso antes de 1948? Donde el magnicidio de Gaitán partió la historia de Colombia, por otro lado, el conflicto colombiano no ha terminado.
Por esto, la solución política del conflicto, y el fin de la empresa de despojo y exterminio que se mantiene vigente en Colombia son, en primer lugar, el “Nunca Más” que se reclama desde tan diversas voces. Los oídos de todos los sectores sociales deben estar atentos a esa comprensión, más allá de la contemplación alienada de historias aisladas sobre “hechos” victimizantes.
Decir Memoria, significa enlazar esos hechos, y entenderlos en su dimensión actual, porque la historia de este país se ha construido sobre crímenes ejecutados por personas, las cuales están hoy en el poder y siguen siendo congresistas, alcaldes o funcionarios del Gobierno nacional, personas tan pertenecientes a nuestro país como las que han sufrido sus consecuencias. Por ello, las soluciones sólo pueden surgir de los cambios que nos debemos como pueblo Colombiano, desde que comenzaron a traicionarse las esperanzas, como ocurrió también el 9 de abril de 1948.
Una conmemoración que apoye la no repetición requiere del fortalecimiento de la organización y la movilización social, y el rechazo a su estigmatización como nicho de reproducción de violencia. Es necesario apostar por la visibilidad de las causas de la victimización y sus consecuencias, a favor de las garantías para quienes luchan por la restitución de tierras y las transformaciones democráticas. Ese es el sueño que justifica la inversión de recursos públicos en actividades de conmemoración o políticas de memoria, más allá de los espectáculos artísticos y culturales que nos convocan con diferentes emblemas.
Se equivocan quienes piensan que nuestros logros en el reconocimiento del dolor pueden ser convertidos en motivos para el cierre de nuestra causa. Nuestra existencia está llena de alegría, orgullo y de resistencia.
Como dicen los que nunca han fallado a la cita del 9 de abril con la memoria.

“¿Tengo yo la culpa de mi causa? ¿Debo sentirme culpable? Señor, no es que me persiga su voz. Es al contrario: yo la persigo para aprisionarla, para quizá tener su eco definitivo en mis oídos”.

Hijos e Hijas por la Identidad, la Justicia, contra el Olvido y el Silencio.

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