Nuestra
memoria se construye desde y con el 1° de mayo
Cuando
pensamos y repensamos -como jóvenes- apuestas políticas que determinen a futuro
posibles transformaciones sociales desde y con la realidad, encontramos que la
memoria o por lo menos el espíritu consciente de esta palabra, atraviesa
nuestros corazones, para darnos a entender por ejemplo que procesos
reivindicativos y de resistencia cómo el 1° de mayo –Día internacional de los
trabajadores y trabajadoras- hacen parte de una lucha que es vigente y
necesaria en un país donde la tercerización laboral, o la “cultura” del
rebusque, resultan ser la única posibilidad de supervivencia, o tal vez el
último paso para que la imaginación con dignidad, tenga que jugar con lo
incomprensible, a tal punto de que el
hambre ignore el tiempo, y el espacio no tenga dimensión, donde un pan y un “agua
e panela”-sí el día fue productivo- sea un motivo de felicidad.
Detengámonos
aquí, para reflexionar, por lo menos un segundo en otro significado común de la
marcha del 1° de mayo. Es cierto, que
este día pasa desapercibido año a año para muchas personas que desde la
tranquilidad de un día festivo, fabrican otras agendas, porque simplemente no
se tiene conciencia de la importancia de que su exigencia podría mejorar las
condiciones de otros-muchos, o porque es tal el sentido de conciencia que
precisamente no existe identidad con los requerimientos que se alzan frente al
cielo. Sin embargo, en relación con
ellos, hoy no es la discusión, porque cuando nos dispusimos a marchar este día
y celebrarlo con amor, lo asumimos levantándonos inflados por el deseo de
encontrarnos con amig@s, familia, compañeros de trabajo o personas que tal vez
no conozcamos, pero que cuando vemos su sonrisa comprendemos que comparten
nuestra historia. En esto crecimos, en
esto creemos y por esto queremos rescatar el sentir de este día.
¿Pero
de quién queremos rescatar la marcha?, ¿nos fue arrebatada?, la respuesta es
sí. O es que acaso tú que caminaste –por lo menos en
Bogotá- ¿no sentiste que estabas a punto de ser condenado por algo que no sabes
y que peor aún nunca sabrás?, caminar por la carrera séptima, era algo de esta
naturaleza, no existían garantías, y es cierto, si una visión contundente de
ello es la presencia del Esmad –cuerpo represivo y brutal- para el cual la
normatividad se circunscribe a medidas propias de la edad media –y no lo digo
porque estuvieran montados sobre caballos gigantes, lo cual es una visión real
de que el terror esta en las calles-, simplemente recordemos a Nicolás Neira quien
perdió su vida hace 7 años cuando el Esmad lo asesinó, y precisamente hoy su
padre Yuri Neira, lucha y resistencia frente a la impunidad que nuevamente se
ha coronado como la reina. Este año
nuevamente resultaron heridas varias personas y otras tantas agredidas sin
importar que estuvieran ejerciendo de manera legítima su derecho a la libertad
de prensa y documentando posibles violaciones a los derechos humanos.
Es
necesario decir, que la institucionalidad en Bogotá debe hablarnos con la verdad
y con hechos, sí su deseo es diferenciarse de otras formas políticas desde el
lenguaje y con la llamada política del amor, o la tan sonada “Bogotá humana”, o
ni hablar de la campaña “¿armar o amar?”, porque si es así, esto debe ser
eficaz, a tal punto que pueda transformar
los factores que generan la percepción y tolerancia de la violencia “anti-marcha”,
que parece estar adherida y protegida por cascos, capuchas, escudos y demás formas
que representan los miedos propios que salen a flote cada vez que exigimos
cambios y transformaciones necesarias de
manera pacífica y argumentada.
Estamos
convencidos de que nuestra memoria se construye desde y con el 1° de mayo, y por
esto lo vamos a rescatar. ¿Que propones para el 2013?
Nicolás
Escandón Henao